Esta serie de dibujos son el resultado de un mes de residencia artística en Creta.
Para mi sorpresa, desde el primer momento en el que me sumergí en el estudio de la cultura minoica -que tanto ha marcado la historia de la isla- a través de varias visitas al lugar en el que mejor está explicada y contenida: el museo arqueológico de Heraklion, me di cuenta de que en vez de toparme con grandes choques culturales sobre los que trabajar, aquellos conceptos que ya había empezado a desarrollar en series precedentes como Historia de Mi, o Ménades (el interés por el ciclo vida-muerte-vida), se encontraban claramente presentes en el arte y en la historia de ésta civilización que dominó la isla desde el año 3000 al 1100 a.C. pero que aún mucho después de su desaparición, siguió marcando fuertemente su identidad.
El culto a la continuidad y regeneración de la vida a través de la celebración de la fertilidad tanto de la mujer como de la naturaleza, la importancia en su panteón de las divinidades femeninas y sus continuas representaciones como diosas creadoras con marcados atributos sexuales, el fuerte vínculo entre la vida y la muerte representado por numerosos objetos con los cuales embellecer y acompañar a los difuntos, enterrados en elaboradas vasijas que metafóficamente simbolizaban el útero materno o representado por figurillas de animales sagrados que influenciadas por Egipto expresaban la fuerza transformadora de la naturaleza, son solo algunos de los puntos que pude descubrir como fuertes conexiones (aquí de forma además más ancenstral ) entre los conceptos que me encontraba dibujando y los más de 15.000 objetos que forman la colección de este asombroso museo.
Si ya en Ménades parto de la interpretación simbólica de figuras de la mitología griega, hago lo mismo en “Creta” pero ésta vez, con elementos de la cultura minoica.
A su vez, sigo dando forma a mi diario de viaje y de investigación, “retratando” aquellas cosas que más llamaron mi atención y definieron, también emocionalmente, mi estancia en la isla.